sábado, 15 de octubre de 2011

Certezas. 'Nader y Simin, una separación', de Asghar Farhadi


Tras asistir a la proyección en la pasada edición del Zinemaldia de este filme, servidor se formó una idea inamovible: si Nader y Simin, una separación (Asghar Farhadi, 2011) no es una obra maestra, se le parece mucho.

Resulta conveniente dar un toque de atención al espectador no avisado, para incitarle a que deje atrás sus prejuicios para con el cine iraní (no infundados, para ser justos, pero que en esta ocasión no tienen lugar) a la hora de encararse ante esta película: estamos ante una historia no por sencilla menos brillante, no por la concreción de sus coordenadas menos universal. Farhadi (del que no he tenido la oportunidad de ver su muy alabada A propósito de Elly) nos sitúa ante una de las más complejas tragedias que ha tenido a bien alumbrar el cine reciente, sin abandonar el tono realista en la narración y, lo más importante, sin que la complicación cada vez mayor de las situaciones nuble o manipule por un momento el juicio del espectador que, como muy bien se ha señalado, es, desde la contundente primera escena, juez de unos personajes que se presentan con todas sus bondades, inmundicias, razones y sinrazones. Con toda su humanidad, vamos. Y precisamente el drama que viven el matrimonio del título, su hija y otras personas de su alrededor, adquiere toda su fuerza amparándose en la certidumbre renoiriana de que lo más terrible de este mundo es que todos tienen sus razones.

Fresco social crítico, drama judicial, crónica de los estertores familiares, compendio de errores y malentendidos encadenados. En las imágenes de Nader y Simin... más allá de todas estas etiquetas, brota la emoción de una historia contada con inteligencia y respeto por la problemática y las visiones que sobre ella refleja; la verdad que emana de sus personajes (mérito de intérpretes en estado de gracia, y por tanto, también de la dirección actoral), y por último, la certeza de que es posible un cine que, trascendiendo  corrientes, modas o tendencias, más allá de ideologías o nacionalidades, puede abordar asuntos susceptibles de tocar por igual a todo hijo de vecino. Cine vinculante, cine capital. No se la pierdan.

Baby Huey - Hard times

jueves, 13 de octubre de 2011

Jacques Demy (III): 'Piel de asno' (1970), 'The pied piper' (1972) y 'No te puedes fiar ni de la cigüeña' (1973).

En el anterior post, dejé a Jacques Demy regresando a Francia, tras la fallida experiencia americana que supuso para él Model shop. Tras haber rechazado un proyecto con Ingrid Bergman y Anthony Quinn, aborda Piel de asno (Peau d’âne, 1970), adaptación del cuento de Charles Perrault. Colaborando de nuevo con Catherine Deneuve como protagonista y con Michel Legrand como responsable de la música, se trata de una revisión del cuento pensada por Demy desde el enfoque que le hubiera dado cuando era niño.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Poética del no-lugar. 'Las acacias' de Pablo Giorgelli.


La recurrencia del séptimo arte al concepto etnológico del título es poco menos que abundante. Desde los solitarios pobladores del universo western, hasta los protagonistas de tantas road movies, lógica evolución del género anterior, el cine se ha prodigado en regalar al espectador historias que toman como punto de arranque la permanencia más o menos fugaz de sus personajes en rincones "de paso". Carreteras, autopistas, moteles, dársenas, soportales, aparcamientos públicos; todos ellos escenarios que, como un recipiente esterilizado o un conjunto vacío, tienen la capacidad de albergar historias con una fuerte carga emocional. Cineastas como Wenders hacen de estos emplazamientos una constante autoral, pero los podemos distinguir en el vagabundeo de muchas criaturas fordianas o hustonianas, en el periplo del fascinante, desagradable e indefenso protagonista del filme de Mike Leigh Naked (1992), en la huida de parejas como las de Gun crazy (Joseph H. Lewis, 1950), Bonnie & Clyde (Arthur Penn, 1967), Thelma & Louise (Ridley Scott, 1991), The getaway (Sam Peckinpah, 1972), o la formada por un padre y su hijo, que emprenden un incesante viaje por Carreteras secundarias (Emilio Martínez-Lázaro, 1997).

domingo, 2 de octubre de 2011

Jacques Demy (II): el éxito mundial ('Los paraguas de Cherburgo', 'Las señoritas de Rochefort') y la aventura americana ('Model shop').


Es 1964. Demy ha logrado el presupuesto y el equipo que deseaba. Mag Bodard le respalda en la producción, convencida de la validez de su proyecto. Arranca entonces la realización de Los paraguas de Cherburgo (Les parapluies de Cherbourg), una apuesta sin precedentes y con más riesgos que puntos de apoyo.Jacques Demy quería un filme íntegramente cantado en el que los recursos del color y la música fueran plenamente explotados. Y lo consiguió.